Velasquez Journal - Moda en tiempos de crisis

¿Quién lo iba a imaginar? ¿Quién podría predecir que marcas como Michael Kors tuvieran que cerrar sus puertas en New York durante meses enteros? Tampoco nadie imaginó que no podríamos caminar por Saville Row en Inglaterra para encontrar un buen traje. Sin embargo, esta no es la primera vez que la moda en tiempos de crisis tiene un papel social. Esta industria es el perfecto reflejo de coyunturas históricas, culturas y sobre todo, formas de entender el mundo.

En 1789 se produjo una de las primeras crisis que afectó la manera de vestir. Con la Revolución Francesa y bajo la premisa que “cada uno es libre de vestir según su gusto” las mujeres tiraron a la basura los corsés y artilugios incómodos para darle vida al vestido llamado “camisa”. Al igual que la seda y encajes que desaparecieron de los atuendos masculinos.

La moda era propaganda ideológica y un reflejo de quién apoyaba y quién estaba en contra de la guerra civil. Mientras los que vestían ropas de seda extravagantes eran considerados antirrevolucionarios, los que estaban luchando por su libertad y en contra de los privilegios injustificados de la realeza, se pusieron pantalones largos llamados “sans-culottes”

Décadas más tarde, antes de la Primera Guerra Mundial las mujeres vestían apretados corsés, grandes faldas y enormes sombreros, ropa que prácticamente no las dejaban moverse. Pero al ver las pérdidas y todas las fracturas sociales y económicas que provocó la primera gran guerra, adoptaron varios trabajos “de hombres” y salieron a ayudar a los sobrevivientes que regresaban. Por eso dejaron atrás las siluetas ceñidas y su vestuario se masculinizó.

La gran depresión del 29 dejó a millones empresarios e inversionistas en la ruina. Todo el despilfarro que se vivió en las grandes fiestas de “los locos años 20” frenó de golpe y el mundo de la moda descubrió que hay vida más allá de la champagne.

Nacieron los tejidos sintéticos, materiales más económicos que se ajustaban perfectamente al contexto económico mundial. La gran mayoría de marcas y diseñadores encontraron en el nylon la solución para salir de la crisis y la única señal de status era conservar las prendas de sedas naturales y terciopelo, cosa que no muchas mujeres pudieron permitirse.

Luego llegó la segunda gran guerra. A finales de 1945, como consecuencia de los bombardeos y de la restricción de telas ordenada por los gobiernos con el fin de suministrar al esfuerzo de guerra, la industria de la moda en Francia estaba casi muerta, todo el material y el dinero había desaparecido. Esto mismo sucedió en Londres, ya que todo lo destinado a la industria había sido desviado para las fuerzas militares.

Y hoy, empezando nuestros años 20 del siglo XXI, estamos librando nuestra propia batalla.

La moda, una vez más, se convierte en un espejo de lo que estamos atravesando como sociedad en nuestra historia actual. Al igual que en la Segunda Guerra Mundial, los recursos de esta industria tienen otra finalidad: apoyar a la lucha. Por eso, hoy firmas como Prada, Louis Vuitton, Dior, Balenciaga y Gucci mantienen sus talleres abiertos, no para entregarnos una nueva colección en la temporada otoño-invierno 2020, sino para aportar a la crisis sanitaria con mascarillas.

Y claro, esto también se ve representado en nuestro clóset. A la hora de salir, es más importante vestir un cubrebocas que un abrigo de diseñador y básicamente. Así como Hermès interpretó el espíritu de los ochenta lanzando un bolso transparente después de los ataques terroristas para alivianar el control en los aeropuertos. Hoy nosotros lo transmitimos vistiendo con loungewear para resistir a la crisis desde casa.

Los diseñadores también se enfrentan y se adaptan a estas situaciones en cada pieza que crean. En el medioevo se usaban telas elaboradas porque estas eran un sinónimo de status. Pero hoy las telas deben tener propiedades antimicrobianas para proteger nuestras vidas.

Hoy nos transformamos porque el confort y la protección son los pilares de nuestra nueva moda.

La historia ha marcado un precedente en nuestro clóset pero la capacidad del ser humano nos ha llevado a reinventarnos como humanidad. Llevarnos al límite pone a prueba la capacidad de adaptación que nos caracteriza como seres razonables, al igual que la creatividad e inteligencia que profesamos en el día a día.

Como dijo Coco Chanel, la moda no sólo existe en los vestidos. La moda está en el cielo, en las calles, la moda tiene que ver con ideas, la forma en que vivimos y lo que está sucediendo. Somos moda en cada respiro.

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